Características Morfológicas

Características Morfológicas

Prototipo Racial

(Extraído del MANUAL DE VALORACIÓN MORFOLOGICA DE LA RAZA CHAROLESA)

TEXTO LEGAL. CONSIDERACIONES. INTERPRETACION Y ORDENACION.— NORMAS APLICABLES Y DE CLASIFICACION: METODO DE PUNTOS. PARAMETROS Y PONDERACIONES. CLASIFICACION DE EJEMPLARES.— NUEVAS PAUTAS: BASES GENERALES. MODELOS. TRATAMIENTO.

El presente capítulo supone un paso definitivo en la fase de introducción que permite entrar en la valoración específica de la raza Charolesa. Hasta ahora, abordamos esquemáticamente las nociones generales sobre morfología de la especie bovina, para que sirvan de base, referencia y punto de partida de la específica de la raza Charolesa. Completamos la fase preparatoria, presentando los instrumentos utilizados para la valoración. Estos y no otros son: el prototipo racial y la sistemática operativa aplicable que por resultar obsoleta cerramos el capítulo con la propuesta de nuevas pautas, sobre bases más concretas y directas, mejor encajadas, acordes con la demanda actual y lógicamente en forma esquemática.

Mientras no se modifiquen las disposiciones legales es incuestionable que tienen absoluta vigencia, si bien el texto demanda cierta interpretación y requiere ser ordenado para facilitar el trabajo. Todas estas medidas son contempladas en el Capítulo, más las nuevas orientaciones, siguiendo la pauta que marca el esquema que lo encabeza.

PROTOTIPO RACIAL

El Boletín Oficial del Estado de 22 de marzo de 1977, recoge la última disposición del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación acerca del prototipo o estándar de la raza Charolesa española. Por Resolución de 28 de febrero del mismo año (que deroga otra de 26 de marzo de 1969), relativa a la Reglamentación específica del Libro Genealógico y Comprobación de Rendimientos de la raza bovina Charolesa, se describe en su punto 4º el prototipo racial, en la forma que literalmente se reproduce a continuación.

Prototipo o estándar racial:

–   Coloración de la capa.- Blanco o cremoso, extendiéndose uniformemente por todo el cuerpo.

–   Coloración de mucosas.- Mucosas rosadas: cualquier clase de manchas en piel o mucosas constituyen defecto.

–   Coloración de los cuernos.- Blanco cremoso.

–   Coloración de pezuñas.- Blanco cremoso.

–   Coloración del escroto.- Blanco rosáceo.

–   Conformación general.- Compacta y simétrica y de contornos bien dibujados, presentando las líneas superior e inferior del cuerpo rectas y paralelas. Cuerpo a manera de paralelepípedo.

–   Órganos sexuales.- Testículos normalmente desarrollados. Mamas de mediano tamaño, bien unidas a la región, con pezones bien desarrollados. Piel delgada y suave, con buena irrigación.

–   Desarrollo corporal.- El formato debe tender a un tipo medio y proporcionado, sin despreciar las variantes positivas.

–   Cabeza.- Moderadamente corta y pequeña. Frente espaciosa, plana o algo cóncava. Astas de sección circular, alargadas y de color blanco. Ojos grandes y salientes. Orejas no muy grandes, delgadas y poco guarnecidas de pelo. Morro ancho.

–   Cuello.- Corto y grueso, bien unido a la cruz.

–   Cruz.- Ancha y bien unida con el cuello y tronco.

–   Espalda.- Moderadamente oblicua, ancha, algo prominente, bien unida hacia delante y atrás.

–   Pecho.- Ancho y musculado.

–   Tórax.- Alto, ancho, profundo y redondeado.

–   Vientre.- Amplio, aunque no excesivamente voluminoso, con línea recta y paralela al dorso.

–   Dorso.- Horizontal, musculoso y recto.

–  Lomos.- Anchos, largos y muy musculados.

–  Grupa.- Larga, ancha y horizontal.

–  Cola.- Bien unida al cuerpo e insertada en ángulo recto.

–  Muslos.- Amplios y anchos.

–  Nalgas.- Descendidas, largas, anchas, convexas y muy desarrolladas.

–  Extremidades.- Separadas, presentando huesos fuertes y articulaciones amplias, compactas, sin signo de bastedad.

–  Aplomos.- Rectos.

–  Pezuñas.- Redondeadas, duras y de tamaño en relación armónica con el peso.

–  Medidas zoométricas.- Como complemento del examen anterior, las medidas corporales constituyen un elemento más en la descripción del animal y un procedimiento de valor para seguir la evolución del prototipo.

Se estimarán: Alzada a la cruz, a la mitad del dorso, a la entrada de la grupa, longitud escápulo-isquial, altura del pecho, anchura del pecho, longitud de la grupa, anchura ilíaca, y coxo-femoral, perímetro torácico y perímetro de la caña.

Consideraciones

Es evidente que la forma expositiva del texto podía haber sido mejorada, pero no es ésta la cuestión que nos induce a introducir el presente apartado, ya que el interés apuntado es de naturaleza zootécnica y no literaria. Como con posterioridad y reiteradamente asistimos al análisis constante de los conceptos que reúne el prototipo, el comentario actual –por cuanto tiene de información primaria– recaerá sólo en algunas observaciones generales.

Sin contar con ciertas carencias y claras limitaciones sobre los caracteres fundamentales que nunca faltan en los prototipos raciales, estimamos digno de rectificación la referencia al tamaño corporal y de enmienda, las relativas a otros rasgos. Aquél, como posteriormente tiene su propio apartado, dejamos para entonces su tratamiento detallado. De éstos concretamos algunas advertencias. Así para los caracteres eliminatorios, diremos que si estima como tal “toda malformación física evidente”, no hay razón para citar el prognatismo y braquignatismo (picón y belfo, en terminología ganadera), como si fueran exclusivos de la raza Charolesa, cuando son dos más entre muchas registradas con carácter general para la especie.

De los aplomos, precisa que sean rectos. Desde luego no es expresión afortunada ni sinónima de correctos, pero puede entenderse como indicativa de normalidad; naturalmente con muchas reservas.

Pero, dejando aparte las objeciones expuestas a título de ejemplo y otras que podíamos agregar, tiene muchísimo más interés deducir el alcance y cometido del prototipo. Al respecto, señalamos que para el trabajo de valoración morfológica, es forzoso, no sólo conocer su texto, sino dominarlo en todos los detalles. Es imposible valorar el ganado charolés, como cualquier otro, sin saber sus rasgos positivos y negativos, las bellezas y defectos. Esta es la información que proporciona el prototipo racial. Ahora bien, la imagen que aporta es la modélica; luego, el colectivo racial, se ajusta más o menos a ella: aquél traduce la concepción ideal, éste la expresión real de la raza.

Dejamos bien sentado desde el principio que el prototipo racial es la concepción morfológica ejemplar y suprema de la raza, también código de perfeccionamiento. El de la raza Charolesa, como todos los demás, reúne las condiciones siguientes:

Los textos son más o menos imprecisos, sólo hacen referencia a un grupo limitado de caracteres y muy pocos de ellos con rigor y precisión. El secreto de todo buen prototipo racial radica en elegir los rasgos verdaderamente importantes y definidores, clasificarlos, darles el rango que les corresponda y puntuarlos según la previsión selectiva prefijada.

Con la redacción del prototipo nunca se pretende describir la morfología racial. Esta se da por sabida, y aquél sólo persigue destacar los caracteres favorables y alertar sobre los desfavorables, para los que se establecen límites de tolerancia

Los textos del prototipo nacen con cierto rango de anticuados o al menos así lo parece, por dos razones: estado del trabajo selectivo y ámbito de competencia general para la raza, de donde puede resultar que las exigencias de aquél hayan sido ya superadas por una fracción de la misma, pero no por ello dejan de ser metas selectivas para el resto del colectivo.

La forma de exposición adoptada para la descripción del prototipo suele ser árida, reiterativa y fatigante, con adjetivación imprecisa o no muy clara, afirmaciones confusas o triviales, para los no iniciados. Es disculpable, por un lado, dado su componente legislativo que difícilmente admite licencias literarias, y, por el otro, que está dirigido hacia entendidos en la materia, quienes saben interpretar términos y expresiones incomprensibles para los profanos.

Finalmente, podemos concluir, que no existe un solo animal que cumpla con todos los requisitos recogidos en el texto legal del prototipo, por lo que el enjuiciamiento es una labor plenamente comparativa con la finalidad de determinar el grado de acercamiento/alejamiento, coincidencia/disparidad de un determinado individuo con el patrón reglamentario.

Interpretación y ordenación

El prototipo racial brinda dos clases de consideraciones, una relacionada con sus objetivos y otra con la forma de aplicación.

Para despejar la primera incógnita hay que ponderar los caracteres propios de cualquier prototipo: etnológicos, productivos y funcionales.

Persigue fines de identificación étnica y contrastes de raza pura: el color de la capa, mucosas, cuernos y pezuñas, las indicaciones sobre el tamaño corporal y perfil fronto-nasal, son referencias al respecto ya que los buenos rendimientos en carne pueden darse bajo formatos y siluetas distintas.

Sondea con mayor profusión los elementos productivos, ya en busca de paralelismo con el tipo profesional de carne, por cuanto alude a la conformación general del cuerpo y particular de la cabeza o bien a la musculosidad.

Con cargo a los caracteres funcionales, que dijimos son los responsables de las llamadas “cualidades de cría”, hay que considerar los restantes; es decir las indicaciones sobre los óganos genitales, extremidades, aplomos, etc.

Interpretado el texto del prototipo vigente de la raza Charolesa, el trabajo de ordenación, puede tener múltiples versiones y cualquiera es buena aunque siempre será mejor aquélla que recoja más detalles, precise con mayor exactitud el alcance de sus variantes, y facilite la técnica operativa. Entendemos que, la propuesta por nuestra parte, cumple con estos requisitos.

Normas aplicables y de clasificación 

Fieles a la Normativa vigente que establece el prototipo, para valorar y clasificar los animales, recogemos seguidamente los principios en que se fundamenta.

METODO DE PUNTOS.

Como la mayoría de los libros genealógicos para calificar el tipo, es decir, la morfología, el de la raza Charolesa recurre al sistema de puntuación, bien conocido en los ambientes ganaderos. En nuestro caso, consiste en asignar a cada parámetro de uno a diez puntos, siguiendo la siguiente escala, (Cuadro Nº I).

La adjudicación de menos de cinco puntos a cualquiera de los parámetros estimables será causa de descalificación, sin que se tenga en cuenta el valor obtenido para los restantes.

  • VALORACION DE PARAMETROS (B.O.E. 22-3-1977)

    Excelente

    9-10
  • Muy bueno, superior

    8-9
  • Muy bueno

    7-8
  • Bueno

    6-7
  • Suficiente

    5-6
  • Insuficiente

    Menos de 5
Parametros y ponderaciones

Según el apartado 5.3. de la Reglamentación citada los aspectos objeto de calificación son los que a continuación se relacionan, con expresión, para cada uno de ellos, del coeficiente de ponderación (Cuadro NºII). Los puntos que se asignen a cada parámetro, multiplicados por el coeficiente correspondiente proporcionan la puntuación definitiva del mismo.

De esta tabla además de la valoración de los distintos parámetros se pueden extraer importantes enseñanzas:

La calificación por regiones corporales, hoy superada, dió lugar con otros aditamentos al término un tanto despectivo, utilizado en Etnozootecnia comparada de “calificación caballar”, por ser la modalidad tradicionalmente empleada en la valoración de los équidos, ampliamente objetada por sus complicaciones y el riesgo de resultados paradójicos.

–     El trato preferencial absoluto de los caracteres productivos hoy conocidos bajo el nombre de masa. Es discutible por el riesgo de llevar a extremos improcedentes.

–     La estimación relativa de los caracteres funcionales en cierta medida favorable; o al menos, así habrá que interpretar los coeficientes aplicados a las extremidades y aplomos.

–     Olvido o menosprecio de los caracteres etnológicos, que se valoran muy por debajo de la media. Es cierto que ha sido constante estimativa de la raza Charolesa hasta tiempos no muy remotos, y que han hecho poco menos que imposible deducir la fidelidad racial, situaciones que se pretende corregir en la actualidad.

  • TABLA DE COEFICIENTES MULTIPLICADORES (B.O.E. 22-3-1977)

    Regiones de calificación

    Coeficiente
  • Cabeza y cuello

    0,5
  • Pecho, espalda y tórax

    1,0
  • Cruz, dorso y lomos

    2,0
  • Extremidades y aplomos

    1,5
  • Grupa y nalga

    2,0
  • Desarrollo corporal

    1,5
  • Piel, pelo y mucosa

    0,5
  • Armonía general

    1,0
  • Total

    10,0
Clasificación de ejemplares

Una vez puntuados todos los parámetros de la forma indicada y aplicados los coeficientes se obtiene la puntuación final que permitirá además clasificar los animales en las siguientes categorías (Cuadro Nº III):

  • VALORACION DE EJEMPLARES (B.O.E. 22-3-1977)

    Clase

    Hembras
  • Excelente

    87 o más
  • Muy Bueno

    75 a 86
  • Bueno

    70 a 75
  • Suficiente

    65 a 69
  • Insuficiente

    menos de 65
  • VALORACION DE EJEMPLARES (B.O.E. 22-3-1977)

    Clase

    Machos
  • Excelente

    90 o más
  • Muy Bueno

    80 a 89
  • Bueno

    75 a 79
  • Suficiente

    70 a 74
  • Insuficiente

    menos de 70

La clasificación expuesta tiene valor absoluto y no guarda dependencia ni está condicionada por la edad, extremos que comentaremos luego al tratar de los modelos.

Nuevas Pautas

Hasta aquí la normativa vigente. Cuanto precede constituye el cuerpo doctrinal desde el punto de vista técnico y legal en el plano administrativo, para valorar nuestra raza Charolesa. No insistimos sobre sus limitaciones y carencias; tampoco queremos que estas palabras sean interpretadas como juicio negativo radical; sencillamente, era el método habitual hace unas décadas, que no ha sido actualizado.

Como nuestra contribución al enjuiciamiento de la raza Charolesa abraza horizontes más dilatados, a la vez que puntos concretos, desviándose de la norma establecida, entendemos conveniente dar ahora los fundamentos del cambio, no sin decir también que las nuevas directrices, persiguen como principios fundamentales: facilitad de aplicación, solidez operativa, objetividad apreciativa y universalidad interpretativa. Renunciamos a explicar el contenido y transcendencia de estos conceptos –por otra parte, fácilmente asequibles–, porque todos éstos quedan claramente puestos de manifiesto a lo largo de las páginas que componen el presente Manual.

Más interés a la altura de conocimientos que nos encontramos, tiene recoger aquí los principios en que descansan las directrices generales para la valoración de los bovinos reproductores, que por ser distintas a las tradicionales las hemos consignado como nuevas pautas. Asimismo es interesante contemplar dentro de este bloque de materias novedosas, los modelos sobre los que recae el enjuiciamiento y la técnica descriptiva que seguiremos en la traspolación de estas concepciones generales al terreno concreto de la raza Charolesa.

Bases Generales

Estimamos substancial y de obligado conocimiento, la programática internacional que preside la mejora genética de la raza Charolesa, para extraer de ella los aspectos relacionados con la morfología, que es nuestro objetivo de trabajo y el contenido del Manual. Según aquélla, las bases selectivas son las que transcribimos inmediatamente, consignando los parámetros estimados y el grado de prioridad o preferencia de cada uno.

–   Facilidad de parto +++

–   Producción lechera ++

–   Fertilidad +

–   Potencial de crecimiento ++

–   Eficacia alimentaria +

–   Rendimiento a la canal +

–   Relación grasa/carne magra =

–   Longitud corporal +++

–   Profundidad ++

–   Anchura +

–   Alzada a la cruz =

–   Cantidad de carne +

–   Calidad de carne +

–   Aplomos y locomoción +

–   Cabeza =

Decíamos que de la relación precedente debíamos identificar y extraer aquellos rasgos de pura adscripción a la morfología externa, pero antes de cumplirlo, hemos de señalar que está pensada para animales elegidos como reproductores, por tanto que ya pasaron el examen por tipo, de aquí que sólo figuren los parámetros relacionados con aspectos productivos y funcionales directamente correlativos con la especialidad racial o aptitud cárnica y sean silenciados otros (color de la capa, por ejemplo) o sin prestarles particular atención por su exclusivo sello étnico.

Tras la advertencia citada, quedan como parámetros preferenciales de neto encuadre morfológico los que figuran en los apartados de desarrollo esquelético y muscular, más las llamadas cualidades de cría (aplomos, locomoción, etc.). Todos los cuales serán recogidos en nuestra ficha de valoración con las debidas matizaciones, que permitan descubrir la calidad del hueso y del músculo, además del desarrollo y otros detalles cuantitativos, para después darles la precisión selectiva que recomienda el esquema general a través del número de signos matemáticos adjudicados por parámetro.

Modelos

A la altura de los conocimientos actuales sobre la raza Charolesa y las directrices de cría que la presiden, para la organización y proyección del enjuiciamiento, hay que contar con dos clases de modelos deducidos en función de la edad y del sistema de explotación. Con arreglo al primer considerando tenemos un modelo adulto y otro juvenil.

Anotamos que la raza Charolesa, en discordancia con otras y en especial con las lecheras que tienen modelo único (vaca adulta), ofrece la posibilidad de ser enjuiciada en todas las edades, aprovechada en la práctica para valorar los animales a título provisional durante la fase juvenil, cuando les falta más o menos tiempo para completar su desarrollo. Alcanzado éste, son calificados a título definitivo. Como sobre el estado adulto recaen todas nuestras aportaciones, estimaciones y comentarios, antes de seguir adelante parece oportuno dedicar la atención al primero, precisamente en esta parte general e introductiva que nos libre de reiteraciones posteriores.

Se justifica en el tipo juvenil la cualidad de enjuiciamiento parcial incompleto por carecer de parámetros y no presentar la expresión propia del adulto, al que corresponde el baremo de calificación. Si tuviéramos que dar una idea aproximada del nivel conseguido con la valoración durante la etapa juvenil para cada grupo de los caracteres que juegan en la misma, diríamos: los etnológicos serían del 90 al 100 por 100, los productivos 60 al 70 por 100 y los funcionales alrededor del 50 por 100.

Agregar los fundamentos y razonar los cálculos de las conclusiones precedentes, nos ocuparía tiempo y espacio sin verdadera necesidad, por la finalidad meramente indicativa y exclusivamente dirigida a destacar la naturaleza incompleta del modelo, que no puede hacerse acreedor de puntuaciones máximas. La más elemental prudencia aconseja no asignar valores determinantes de las categorías “excelente” y “muy buena”, criterio que también puede ser válido para la “insuficiente”. Tal contingencia está prevista en la mayoría de las normativas que rigen el funcionamiento de los libros genealógicos, ordenando la recalificación a cierta edad tipo.

No obstante el modelo juvenil es válido para obtener calificaciones útiles y fiables con fines selectivos, aunque el espectro de los caracteres estimativos sea menor y no reúna la totalidad de los matices y de las exigencias del ganado adulto.

Las Normas de funcionamiento del libro genealógico guían los límites mínimos de edad (14 meses para los machos y 18 meses para las hembras), pero la práctica diaria demanda muchas veces calificar animales más jóvenes, entonces hay que forzar hacia la baja las barreras reglamentarias, pero nunca por debajo de los tres meses de edad. Para los franceses la edad óptima en los terneros es de 7 a 9 meses, aproximadamente coincidente con el destete.

La expresión de los caracteres morfológicos durante la fase juvenil del Charolés, aunque enmarcada en la más estricta ortodoxia étnica, guarda como es lógico, ciertas diferencias con la propia de los adultos no solamente derivadas de su fase larvaria, de inacabado crecimiento y falta de madurez, sino por propia naturaleza. Recogemos ahora estos rasgos diferenciales, para no repetirlos en cada uno de los parámetros que posteriormente estudiaremos y para advertir insistimos sobre el relativo valor de la puntuación asignada al ganado joven, porque su enjuiciamiento se hace con un baremo concebido para los adultos.

Siguiendo el modelo expositivo preconizado hasta ahora, nos encontramos con las discrepancias que a continuación se indican.

El perfil no resulta tan neto, pero sin perder la adscripción al tipo cóncavo, sobre el cual no cabe matizar. La silueta corporal es claramente distinta, con desproporción en favor del tercio posterior. El rasgo más sobresaliente es la disposición “cuesta abajo” o inclinación del tronco de atrás hacia adelante y de arriba a abajo; bien manifiesta tanto por la línea superior dorso-lumbo-sacra, como por la inferior esterno-ventral. Las proporciones vienen marcadas por la desproporcionada altura de las extremidades.

 

Los faneros tienen la misma expresión, salvando los matices ligados a la inmadurez o grado de crecimiento (desarrollo de las astas, borlón de la cola, etc.). No obstante, las particularidades de la capa (variantes cromáticas, de uniformidad, etc.) son especialmente coincidentes.

 

La masa, si bien no ofrece desarrollo suficiente para calibrarla en términos absolutos, al menos apunta la especialidad productiva y cierta idea acerca de su futuro, no así para el reparto de la carga muscular, por la propia inmadurez y, también, porque las regiones más representativas como la dorso-lumbar, y la grupa, son de crecimiento tardío. En sentido opuesto opera la cularidad mucho más manifiesta en la edad juvenil a partir de los 15 días del nacimiento.

 

El hueso, al contrario, se manifiesta con plenitud representativa. El desarrollo óseo y el armazón esquelético del ternero acusan estrecha relación con los del adulto.

 

Naturalmente las edades juveniles no se prestan al diagnóstico de los tipos musculares que trataremos posteriormente.

En cuanto a la morfología regional, tenemos: la cabeza revela cierto grado de empastamiento e indefinición de las regiones que comprende (“cabeza de ternero” cuando estos rasgos se dan en los adultos) y dos signos esenciales: gran tamaño proporcional de las orejas y cuernos incipientes. El desmesurado formato de los pabellones auriculares, proviene de su precoz crecimiento por lo que alcanza pronto las dimensiones adultas, en contraste con las regiones vecinas (encornadura) que son de ritmo lento y continuado indefinidamente. El desarrollo de los cuernos, por ser bastante fijo y constante, permite tomarle como fórmula indirecta para deducir la edad, de forma que no es difícil detectar cualquier intento de atribuir al becerro otra que la real.

 

Finalmente, en el contexto de la región cefálica, aludiremos al acoplamiento de las mandíbulas. El ternero al nacer y en fases inmediatamente posteriores proyecta discretamente la mandíbula inferior por delante de la superior (es engañosamente “belfo”), pero el crecimiento posterior rectifica la anormalidad aparente.

 

El cuello es distinto, sobre todo en machos (falta de morrillo) pero dentro de su inmadura estructura, da perfecta idea sobre el desarrollo de la piel (papada).

 

El tronco juvenil, además del detalle citado de “cuesta abajo” ofrece acortamiento de los diámetros longitudinales, pobreza de los transversales y mesura de las masas musculares. La cola es corta, no llega al corvejón o queda un poco por debajo.

 

Los órganos genitales externos, tanto en el macho como la hembra, manifiestan su infantilismo o desarrollo incompleto.

 

Las extremidades son comparativamente más altas y las articulaciones más anchas.

En este apartado nos referimos fundamentalmente a los aplomos, que son de típico signo transitorio o provisional. Si registran desviaciones, ordinariamente las conservan en estado adulto, son muy pocas las que se corrigen con el transcurso de la edad.

 

Más atención reclama el examen de las taras, porque su presencia tiene rango eliminatorio para la mayoría de los casos. En cuanto a los vicios son raros o verdaderamente circunstanciales.

 

Cualquier juicio sobre la dinámica, siempre que se desarrolle sin anormalidades o manifestaciones patológicas, debe estar presidido por la liberalidad o provisionalidad

Tratamiento

Antes de entrar en el tema hay que informar sobre la existencia de dos clases de parámetros morfológicos: exterioristas y raciales, si bien como nuestro papel es calificar la morfología en el seno de la raza, verdaderamente no merece la pena tomarles en consideración y es mucho más práctico contemplarles englobados, bajo las estructuras ya manejadas y que serán mantenidas en adelante. Esquemáticamente son:

Conjunto corporal (Configuración, faneros, capa o pinta)

Masa y Hueso

Tipos musculares

Cabeza, cuello, tronco y extremidades, con sus respectivas regiones.

Actitudes, aplomos y taras

Movimientos

Cada uno de los parámetros, tanto en su expresión conjunta como de las fracciones que ampara, será tratado de la manera siguiente:

Al principio, referencia literal que del mismo hace el prototipo racial (si le menciona)

Rasgos principales, variantes y valoración

Enjuiciamiento exclusivamente etnológico; es decir, como reproductores, no como reses de carnicería

Indicación de los defectos propios, porque las taras y vicios tienen tratamiento general, así como los movimientos